A continuación, publico un articulo de Mildred D. Mata donde opina sobre la labor realizada por Sonia Pierre y por lo organización MUDAH
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PUBLICADO EN LA SECCION FIRMAS DE CLAVE DIGITAL EL DIA martes, 28 de noviembre de 2006
ACARICIANDO
El MUDHA, Sonia Pierre y el trabajo para la equidad
por Mildred D. Mata..
Se nota que las dominicanas y los dominicanos andamos por charcos muy separados y distantes.
En los medios en los que me muevo es una gran virtud la lucha, el valor, la denuncia, la movilización, el ejercicio del derecho a incordiar (el derecho a incordiar del que hablaba Paulo Herrera Maluf en un artículo). Todos, mecanismos para lograr equidad y una sociedad realmente democrática en lo social, civil y político.
No obstante ser eso lo que más queremos en algunas charcas; en otras es un gran defecto.
Esto que afirmo se refleja en el artículo de Eurípides Antonio Uribe Peguero, y en comentaristas dolidos ante el reconocimiento que se ha hecho a Sonia Pierre por sus actividades pro derechos humanos. También se palpa por las reacciones ante los artículos escritos por Carlos Dore Cabral, Pedro Conde Sturla, y Steven Gehy, elogiándola.
El Movimiento de Mujeres Domínico-Haitianas (MUDHA), que tiene como representante a Sonia Pierre, ha logrado alzar su voz y llegar hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que ha acogido su sentir en cuanto a las dificultades de los hijos e hijas de haitianos y haitianas para poder obtener documentos de identidad.
Cuando se busca la equidad, la felicidad; alegra el reconocimiento a este grupo, que tradicionalmente no ha tenido mucha capacidad de movilización en torno a sus derechos. Anima una buena noticia, luego de experimentar como seis mil mujeres que marchamos el 25 de abril de este año, fuimos prácticamente ignoradas por el Congreso de la República, en torno a demandas esenciales que planteábamos ante el nuevo Código Penal.
Estamos saturados de impotencia. Las mujeres, y otros sectores marginales, o que aspiran a un país democráticamente más institucionalizado, estamos saturados de nuestras debilidades. Teniendo como telón de fondo este estado emocional y de sentimientos de rechazo a la inequidad, y pensando sobre cómo superar estas carencias, es por lo que me quedo chocada por la reacción totalmente contraria, de una parte de la sociedad dominicana, que ve como un anti-valor la denuncia y la solidaridad internacional para con este grupo.
Esa tanta gabela ideológica de los sectores conservadores de sentirse con el derecho de excluir, y de enojarse cuando un grupo asume su autodefensa, tiene su explicación. Y para ello quiero usar la coletilla de la Red por la Gobernabilidad y la Gerencia Pública de la que vengo escribiendo, que señala: “El ejercicio responsable de la ciudadanía y la participación más actividad de todos y todas en la vida pública es la garantía de una democracia sustentable y sostenible. La presencia pública de la ciudadanía en todos los espacios, ya sean partidos u organizaciones sociales, culturales o económicas permite construir la democracia como expresión de la voluntad colectiva. El déficit principal de la democracia dominicana es la ausencia de organizaciones fuertes y verdaderamente representativas de los sectores más pobres.”
Se reconoce por doquier que nuestra vida democrática y ciudadana es débil. Entiendo que sin ejercicio ciudadano consciente no van a respetarse los segmentos excluidos, los intereses y las necesidades excluidas, ya sea por el bajo poder económico, o por la debilidad de no estar estructurados, tener capacidades de empujar, planificar y hacer incidencia en torno a intereses, de una manera significativa. Una ciudadanía fuerte es importante para fortalecer el Estado, frente a intereses meramente económicos, y sin miras sociales.
Se tiene dificultad para reconocer el valor de llevar el caso de los problemas de la documentación de los/as nacidas/os acá descendientes de haitianos/os a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en lo que se viene llamando Caso Dilcia Yean y Violeta Bosico, ante la CIDH.
Tenemos que asimilar una cultura de civismo, de pluralidades.
Tenemos que aprender a ser más democráticos.
Sonia Pierre, MUDHA, las feministas, los gays, las lesbianas, los ecologistas, los/as campesinos/as, obreros/as, empresarios/as, pacifistas…todos los grupos sociales deben defender sus intereses, procurando alianzas e inserción en amplias plataformas de luchas.
Cuando un grupo vive subordinado, sin capacidad de incidencia “se lo come el tigre”: o lucha por dignificarse, o se acostumbran inmisericordemente a su marginalidad, y mientras más se acostumbra la parte dominante que hegemoniza la sociedad a pensar que no existen como entes activos y sujetos de dignidad, más le duele cuando se movilizan. MUDHA y Sonia Pierre ha dado un paso adelante, justo y necesario. No hay ni por asomo en el país, una real disposición hacia la justicia con respecto a este grupo social.
Podemos discutir los contenidos de sus luchas, sus estrategias, pero no partir de la premisa de que quien denuncia es malo, mal agradecido, o antipatriota. Debemos tener suficiente entereza, sentido de justicia, y sentido democrático para ampliar la verdad, y entender los ejercicios de ciudadanía plena, al margen de lo que una parte quiera, o desee; siempre a partir de situaciones muy diferentes a las que vive el otro grupo afectado.
Un grupo social que defiende sus intereses, que participa, que busca mejorar su situación es un ejemplo a imitar. Hay que saber hacer alianzas, hay que buscar apoyo en la normativa, y los mecanismos internacionales que les puedan apoyar. Nadie ha conquistado derechos y ciudadanía por su bonita cara.
Tenemos que asimilar los derechos de todas las personas para definir y ejecutar sus planes de incidencia, cuando sus situaciones son obviadas, ignoradas, y cuando se sufre, en consecuencia por esa falta de sensibilidad.
La patria no es un todo unificado y armonioso. Más bien, hacia los nacidos acá, descendientes de padres-madres haitianos/as, a quienes han definido y ejecutado lo público, se le ha dificultado abrazarlos y hacerlos sentir parte, no con conmiseraciones, o con esperas de agradecimiento paternalista, sino como entes con derechos. Y la documentación es un derecho fundamental para los demás ejercicios de ciudadanía.
Mejoremos pues nuestro país con un ejercicio ciudadano comprometido con la justicia y la equidad.
Recibes, Sonia Pierre, un abrazo de hermana.
Le expreso mi admiración desde mi pequeño corazón, desde una pequeña luchadora por la alegría, el bienestar y la dignidad de todos y todas en nuestro país. Su ejemplo es un estímulo para todo el movimiento de mujeres en República Dominicana, en América y en el mundo. Gracias, y felicidades.
En los medios en los que me muevo es una gran virtud la lucha, el valor, la denuncia, la movilización, el ejercicio del derecho a incordiar (el derecho a incordiar del que hablaba Paulo Herrera Maluf en un artículo). Todos, mecanismos para lograr equidad y una sociedad realmente democrática en lo social, civil y político.
No obstante ser eso lo que más queremos en algunas charcas; en otras es un gran defecto.
Esto que afirmo se refleja en el artículo de Eurípides Antonio Uribe Peguero, y en comentaristas dolidos ante el reconocimiento que se ha hecho a Sonia Pierre por sus actividades pro derechos humanos. También se palpa por las reacciones ante los artículos escritos por Carlos Dore Cabral, Pedro Conde Sturla, y Steven Gehy, elogiándola.
El Movimiento de Mujeres Domínico-Haitianas (MUDHA), que tiene como representante a Sonia Pierre, ha logrado alzar su voz y llegar hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que ha acogido su sentir en cuanto a las dificultades de los hijos e hijas de haitianos y haitianas para poder obtener documentos de identidad.
Cuando se busca la equidad, la felicidad; alegra el reconocimiento a este grupo, que tradicionalmente no ha tenido mucha capacidad de movilización en torno a sus derechos. Anima una buena noticia, luego de experimentar como seis mil mujeres que marchamos el 25 de abril de este año, fuimos prácticamente ignoradas por el Congreso de la República, en torno a demandas esenciales que planteábamos ante el nuevo Código Penal.
Estamos saturados de impotencia. Las mujeres, y otros sectores marginales, o que aspiran a un país democráticamente más institucionalizado, estamos saturados de nuestras debilidades. Teniendo como telón de fondo este estado emocional y de sentimientos de rechazo a la inequidad, y pensando sobre cómo superar estas carencias, es por lo que me quedo chocada por la reacción totalmente contraria, de una parte de la sociedad dominicana, que ve como un anti-valor la denuncia y la solidaridad internacional para con este grupo.
Esa tanta gabela ideológica de los sectores conservadores de sentirse con el derecho de excluir, y de enojarse cuando un grupo asume su autodefensa, tiene su explicación. Y para ello quiero usar la coletilla de la Red por la Gobernabilidad y la Gerencia Pública de la que vengo escribiendo, que señala: “El ejercicio responsable de la ciudadanía y la participación más actividad de todos y todas en la vida pública es la garantía de una democracia sustentable y sostenible. La presencia pública de la ciudadanía en todos los espacios, ya sean partidos u organizaciones sociales, culturales o económicas permite construir la democracia como expresión de la voluntad colectiva. El déficit principal de la democracia dominicana es la ausencia de organizaciones fuertes y verdaderamente representativas de los sectores más pobres.”
Se reconoce por doquier que nuestra vida democrática y ciudadana es débil. Entiendo que sin ejercicio ciudadano consciente no van a respetarse los segmentos excluidos, los intereses y las necesidades excluidas, ya sea por el bajo poder económico, o por la debilidad de no estar estructurados, tener capacidades de empujar, planificar y hacer incidencia en torno a intereses, de una manera significativa. Una ciudadanía fuerte es importante para fortalecer el Estado, frente a intereses meramente económicos, y sin miras sociales.
Se tiene dificultad para reconocer el valor de llevar el caso de los problemas de la documentación de los/as nacidas/os acá descendientes de haitianos/os a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en lo que se viene llamando Caso Dilcia Yean y Violeta Bosico, ante la CIDH.
Tenemos que asimilar una cultura de civismo, de pluralidades.
Tenemos que aprender a ser más democráticos.
Sonia Pierre, MUDHA, las feministas, los gays, las lesbianas, los ecologistas, los/as campesinos/as, obreros/as, empresarios/as, pacifistas…todos los grupos sociales deben defender sus intereses, procurando alianzas e inserción en amplias plataformas de luchas.
Cuando un grupo vive subordinado, sin capacidad de incidencia “se lo come el tigre”: o lucha por dignificarse, o se acostumbran inmisericordemente a su marginalidad, y mientras más se acostumbra la parte dominante que hegemoniza la sociedad a pensar que no existen como entes activos y sujetos de dignidad, más le duele cuando se movilizan. MUDHA y Sonia Pierre ha dado un paso adelante, justo y necesario. No hay ni por asomo en el país, una real disposición hacia la justicia con respecto a este grupo social.
Podemos discutir los contenidos de sus luchas, sus estrategias, pero no partir de la premisa de que quien denuncia es malo, mal agradecido, o antipatriota. Debemos tener suficiente entereza, sentido de justicia, y sentido democrático para ampliar la verdad, y entender los ejercicios de ciudadanía plena, al margen de lo que una parte quiera, o desee; siempre a partir de situaciones muy diferentes a las que vive el otro grupo afectado.
Un grupo social que defiende sus intereses, que participa, que busca mejorar su situación es un ejemplo a imitar. Hay que saber hacer alianzas, hay que buscar apoyo en la normativa, y los mecanismos internacionales que les puedan apoyar. Nadie ha conquistado derechos y ciudadanía por su bonita cara.
Tenemos que asimilar los derechos de todas las personas para definir y ejecutar sus planes de incidencia, cuando sus situaciones son obviadas, ignoradas, y cuando se sufre, en consecuencia por esa falta de sensibilidad.
La patria no es un todo unificado y armonioso. Más bien, hacia los nacidos acá, descendientes de padres-madres haitianos/as, a quienes han definido y ejecutado lo público, se le ha dificultado abrazarlos y hacerlos sentir parte, no con conmiseraciones, o con esperas de agradecimiento paternalista, sino como entes con derechos. Y la documentación es un derecho fundamental para los demás ejercicios de ciudadanía.
Mejoremos pues nuestro país con un ejercicio ciudadano comprometido con la justicia y la equidad.
Recibes, Sonia Pierre, un abrazo de hermana.
Le expreso mi admiración desde mi pequeño corazón, desde una pequeña luchadora por la alegría, el bienestar y la dignidad de todos y todas en nuestro país. Su ejemplo es un estímulo para todo el movimiento de mujeres en República Dominicana, en América y en el mundo. Gracias, y felicidades.
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