21 de diciembre de 2006

Contestando a Zarithza (Parte 2)

PUBLICADO EN LA SECCION FIRMAS DE CLAVE DIGITAL EL DIA jueves, 21 de diciembre de 2006

DESDE HAITI

Contestando a Zarithza (Parte 2)


PÉTION-VILLE, Haití.- Recordemos antes de continuar, las preguntas que hiciera la estimada lectora Zarithza T. Richiez-De La Concha:

“¿Qué, según usted y su grupo, es lo que debemos hacer los dominicanos para no herir los sentimientos ni los derechos humanos de los haitianos? ¿Cuáles son sus posibles soluciones?”

En ocasiones, algunos han pronosticado un futuro muy sombrío en las relaciones entre los dos países que comparten la isla de Quisqueya. No comparto esta visión pesimista. Estoy convencido que el raciocinio colectivo de ambos pueblos, necesariamente prevalecerá sobre la irracionalidad de unos pocos.

Sin embargo, es asombroso, pues desafía el más mínimo sentido común, que los sectores nacionalistas hayan podido hacer perdurar en algunos círculos dominicanos, decenas de mitos errados con el principal objetivo de perpetuar eternamente el sentimiento antihaitiano en la parte Este de la isla.

Algunas de estas fábulas, que lejos de provocar ira en Haití,- pues más bien producen asombro y hasta hilaridad en algunos casos- han logrado convertirse en verdaderos “eslóganes”, sin que las personas que los repiten se hayan tomado el tiempo para averiguar su veracidad y determinar su propiedad.

Innumerables veces, por ejemplo, se ha machacado en la hermana República Dominicana que la Constitución haitiana estipula que “la isla es una e indivisible”. Muchos, ingenuamente lo creen, lo repiten y hasta lo escriben sin tomarse un segundo ni siquiera para reflexionar y entender sencillamente que de ninguna manera, el gobierno soberano dominicano establecería una representación diplomática en un país que no reconociese su territorio y que, por lo tanto, no reconocería al dominicano como un Estado libre e independiente.

Obviamente, la Constitución haitiana es cristalina en su artículo 8 especificando que el territorio haitiano es limitado el Este por la República Dominicana, al Norte por el Océano Atlántico, al Sur y al Oeste por el Mar Caribe o Mar de las Antillas.

Otro eslogan desacertado, que a fuerza de ser repetido, ha sido adoptado como un argumento válido por una parte del pueblo dominicano, es que la Constitución haitiana declara que “es haitiano(a) todo individuo nacido de padres haitianos, no importa donde nazca”.

Si bien es verdad que la Carta Magna haitiana, en su artículo 11 otorga la posibilidad a un inmigrante de elegir la nacionalidad haitiana, si así lo desea, para su progenitura mientras reside en el extranjero, de ningún modo, impone u obliga esta elección encima de las normas constitucionales vigentes en el territorio de acogida.

(Coincidencialmente, la Constitución dominicana también establece en su artículo 11un derecho similar para los dominicanos.)

El conocido y ya famoso refrán nacionalista que agrega al artículo 11 anteriormente mencionado la media oración: “...no importa donde nazca”, no existe en realidad en ninguna parte del texto de la Constitución haitiana.

Asimismo, he observado otra invención nacionalista que se popularizó tanto como un animado y pegajoso “jingle” de Navidad. E incluso, lo han refrendado sin ponderación, victimas ellos mismos de esta aberrante propaganda, algunas distinguidas personalidades dominicanas de gran notoriedad como lo es el Ex-jefe de la Marina de Guerra, el escritor Eurípides Antonio Uribe Peguero.

En efecto, el articulista Uribe Peguero afirmaba en uno de sus comentarios que sólo en Haití hay más haitianos(as) que en la hermana República Dominicana.

Evidentemente, el efecto perturbador a pesar de lo demagógico, de lo farsante e insustancial de tal declaración, ha sido constantemente utilizado por los sectores conservadores dominicanos por reforzar la psicosis de una supuesta planeada y conspirativa “invasión pacífica”.


Es demagógico pues aunque fuese la realidad, esta no tendría el significado de “invasión” que intenta plasmar la afirmación.

Pero además, es completamente falso; en los Estados Unidos residen más de 2 millones de haitianos, cuya población se reparte de la siguiente manera: un poco más de 1 millón doscientos mil de los descendientes de haitianos han nacido en territorio americano; otros 400 mil haitianos se han naturalizado ciudadanos americanos y más de 400 mil se benefician del estatus de residente permanente.

Sólo en el Estado de la Florida, viven 750,000 haitianos y americanos-haitianos, y el actual Secretario de Salud de este Estado, el americano haitiano, doctor Rony Francois, “constituye en la importante comunidad haitiana de la Florida un modelo exitoso de integración para los inmigrantes”, como bien lo señala, el periódico digital “Espacinsular” en una noticia que relataba la visita oficial del Secretario Francois al pueblo de Haití y al pueblo de la República Dominicana.

Ahora, ante tantas invenciones y engaños “nacionalistas”, ante este palpable e imperturbable afán de estos sectores para diseminar un sinfín de falacias denigrantes y mantener este discurso de enemistad, de rencor, de hostilidad, los dominicanos y las dominicanas deberían cuestionar sus autoridades:

¿Necesita la República Dominicana de la mano de obra haitiana? ¿Le es indispensable? ¿Si la mano de obra haitiana obstaculiza el progreso dominicano, por qué la observamos en varios proyectos gubernamentales y privados? ¿Por qué sigue la frontera tan porosa? ¿Por qué decenas de buscones al servicio de empresas constructoras, de propietarios de ingenios, de redes de pedigüeños... tan libremente, reclutan haitianos y haitianas sin que estos traficantes se sientan perseguidos? ¿Existen acuerdos migratorios entre los Estados de la República Dominicana y de Haití? ¿Están ambos Estados respetando estos convenios? ¿Esta la República Dominicana violando la dignidad y los derechos humanos en la manera de efectuar las repatriaciones? ¿Agentes policiales y de inmigración se inclinan ante los documentos oficiales que presentara un inmigrante interpelado que compruebe su estatus en territorio dominicano?

Obtener las respuestas a estas preguntas, esclarecer esto, cuestionar la razón de estas infundadas campañas sustentadas en estereotipos, constituiría un avance significativo en el cuidado para no herir los sentimientos haitianos, estimada Zarithza.

Aquí, antes de abordar más amplias proposiciones de “posibles soluciones” que solicitara la distinguida lectora antes citada, quise aclarar para algunos, múltiples aspectos sombríos, que así lo espero, contribuyan a cuestionar estas infundadas ideas prejuiciosas nacionalistas.

En síntesis, la objetividad, la verdad sobre Haití es un elemento importante para abrir unas relaciones sin heridas y sin fisuras, lo que luego se reflejará en unas relaciones propias del respeto que se debe a todos los humanos. En la próxima entrega continuaremos con otras propuestas, aún más específicas.

Mientras… deseo una feliz navidad y un próspero año nuevo a todas y a todos.


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