5 de diciembre de 2006

El Canciller dominicano en Madrid

PUBLICADO EN LA SECCION FIRMAS DE CLAVE DIGITAL EL DIA martes, 05 de diciembre de 2006

DESDE HAITI
El Canciller dominicano en Madrid
Por Steven Gehy


PÉTION-VILLE, Haití.- El pasado 30 de noviembre tuvo lugar en Madrid (España) la “Conferencia internacional sobre el desarrollo socio-económico de Haití”.


El principal motivo de este importante encuentro entre los representantes de los países donantes y los dirigentes haitianos fue el de dar seguimiento a las promesas hechas por la comunidad internacional a Haití, durante una anterior reunión celebrada en Port-au-Prince en Julio de 2006.

En esa ocasión, los proveedores de fondos, reunidos en la capital haitiana, se comprometieron –con hasta un máximo de 750 millones de dólares- a colaborar con la reconstrucción de la pequeña nación caribeña devastada y sacudida desde Febrero de 2004 por una prolongada y extenuante crisis política, económica y social a raíz del derrocamiento del presidente Jean-Bertrand Aristide en el año 2004.

Si bien entendíamos que las debates no girarían alrededor del delicado tema de la migración haitiana hacia el territorio dominicano, -ya que ese no era el foro idóneo-, la presencia en la capital española del distinguido Canciller dominicano, Carlos Morales Troncoso, suscitó expectativas y esperanzas de que los altos dirigentes de los dos países que comparten la isla de Quisqueya, aprovecharían el escenario para reafirmar sus intenciones de consolidar las relaciones binacionales y de trabajar arduamente para lograr soluciones justas, dignas, duraderas y apegadas a los derechos humanos con relación al tema migratorio.

Sin embargo, tristemente, el Canciller dominicano, en un sorprendente y erróneo discurso, optó por rechazar las abundantes y sustentadas acusaciones de discriminación y de maltratos que se ejercen en múltiples ciudades y pueblos dominicanos, sobre inmigrantes haitianos indocumentados o no, sobre dominicanos descendientes de padres haitianos y sobre algunos dominicanos de color negro a quienes militares o agentes de migración suelen atribuir equivocadamente la nacionalidad haitiana.

Esta desagradable experiencia la vivió en carne propia, en Santiago de los Caballeros, un miembro del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), un dominicano negro, que resultó atropellado y arrestado por agentes de migración por haber cometido el “delito” de parecer haitiano.

Las declaraciones emitidas por el Canciller en Madrid, chocan aun más cuando recordamos que hace tan sólo algunos meses, el Presidente Leonel Fernández, en un gesto franco de autocrítica que le enaltece, reconocía que la República Dominicana, había carecido históricamente, “de una política migratoria justa y humana con respeto a Haití”.

“Yo mismo…”, declaraba el mandatario dominicano en Junio del año pasado durante una conferencia pronunciada en la sede de la Fundación Global, “...me resiento cuando veo que nosotros lo que hacemos tradicionalmente en la República Dominicana son repatriaciones que ciertamente violan los derechos humanos de los haitianos”.

Y agregaba solemnemente: “No podemos permitir, que en la República Dominicana trasmitamos una imagen internacional de que violamos los derechos humanos de nuestros hermanos de la República de Haití”.

Cabe preguntarse entonces, ¿Qué ha cambiado durante el lapso de tiempo que separa estas apreciaciones contradictorias expresadas por dos prestigiosas personalidades dominicanas?

...Que sepamos, nada.

¿Cuáles medidas de urgencia han sido tomadas desde las declaraciones hechas por el Presidente Fernández en la Fundación Global, que podrían justificar hoy, el nuevo punto de vista del Secretario de Estado?

...Que conozcamos, ninguna.

Ambos no pueden estar en lo correcto al mismo tiempo; uno de ellos, el Presidente de la República o el Canciller, necesariamente, tiene que estar equivocado.

También en Madrid, el Canciller Troncoso fustigó la honorable y difícil labor que, contra viento y marea, desempeña las organizaciones no gubernamentales que luchan firmemente en contra de las violaciones, los atropellos, los abusos y la vergonzante exclusión estructural que padecen los inmigrantes y los dominicanos y dominicanas descendientes de haitianos.

El ingeniero Morales Troncoso consideró que estas denuncias apuntaban a que el Gobierno dominicano desconozca sus leyes y que renuncie a la soberanía y al Estado de Derecho que son la “aspiración permanente desde la fundación de la República”.

En realidad, los grupos nacionales e internacionales que fueron el blanco de las impetuosas críticas provenientes del Secretario de Estado reivindican precisamente todo lo opuesto de que se les acusa:

Estas distintas organizaciones compuestas de mujeres y hombres, de dominicanos(as) en territorio dominicano y de la diáspora radicados en los Estados Unidos de América, en Puerto Rico, en España..., de ciudadanas y ciudadanos comunes de diferentes países y de personalidades extranjeras prominentes comprometidos con el respeto de la dignidad y de los derechos humanos sobre el planeta, exigen más bien que se respete, que se aplique plenamente y soberanamente la Constitución dominicana y que justamente, no se tergiverse o se violente esta última para así acomodar unos intereses particulares y legitimar injusticias.

Estas valientes instituciones, según lo que hemos podido observar, representan las únicas voces que denuncian permanentemente el tráfico ilegal, inmoral y el trato esclavizante y criminal de seres humanos, tanto de mujeres, hombres y niños.

Constituyen las únicas voces que exigen un control más eficiente en la frontera dominico-haitiana, tanto de parte del Estado haitiano como del Estado dominicano.

Estas ONG’s severamente difamadas por el Canciller y los sectores nacionalistas, son las únicas voces que insisten en la pronta extinción de los interminables y conocidos “macuteos” fomentados por militares y agentes de migración, que se cometen a diario en la frontera y a todo lo largo del territorio.

Son estas instituciones las solitarias voces que exhortan a que se cumplan los tratados migratorios firmados entre las dos naciones vecinas; son estas organizaciones, las aisladas voces que se empeñan en la elaboración y instauración de urgentes programas de desarrollo en las ciudades y pueblos fronterizos para mejorar la calidad de vida de los residentes de estas desatendidas y empobrecidas regiones.

Creemos que en Madrid, los funcionarios dominicanos y haitianos desperdiciaron una excelente oportunidad de mandar a sus respectivos pueblos, las señales claras de que nuestros gobernantes estarían verdaderamente interesados en diseñar eficientes estrategias de control fronterizo, en cooperar en proyectos viables, en ejecutar y reforzar, en el corto y en el mediano plazo, una política migratoria eficaz, humana, justa e “irreprochable”.

Lamentablemente, aún en algunos políticos falta afianzamiento en las convicciones democráticas justas y han preferido rechazar las evidentes y angustiosas realidades que nos asfixian cada día más. Estas actitudes evidencian nuevamente que no existe el deseo, ni está la voluntad de regular, de humanizar, de frenar la migración haitiana en territorio dominicano.

Parece ser que los únicos interesados y preocupados en aportar soluciones al “problema” migratorio son las organizaciones nacionales e internacionales compuestas por hombres y mujeres responsables, solidarios, y convencidos, de que las salidas exitosas no residen en la xenofobia, ni en el racismo, ni en la exclusión.

La conferencia de Madrid confirmó que nuestros respectivos gobernantes no alcanzan a manejar el tema migratorio y que los remedios emanarán de estas calumniadas instituciones compuestas por hombres y mujeres calificados, comprometidos, entusiastas y convencidos, de que las salidas triunfantes radican en el progreso distributivo, el desarrollo equitativo, la diversidad, el pluralismo, la tolerancia y el respeto de la dignidad del ser humano.

Extrañadamente, son estas mismas instituciones y organizaciones, portadoras de esperanza y de vida, cargadoras de sueños y de justicia, las que han sido sermoneadas, recriminadas y culpadas por el Canciller en la Conferencia de Madrid.

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