26 de marzo de 2007

Wyclef Jean: Grita la esperanza en Haití

Nunca un país necesitó tanto una voz cantante. Haití lo ha encontrado en Yelé y en este músico que igual inspira a la juventud con su hip hop que reclama ayuda en el Congreso de Washington. La popularidad de Wyclef Jean es indiscutible. En Haití, su tierra natal, hay quienes aseguran que este joven es más popular que el presidente de la nación. Una caminata por el barrio de Bel Air en la capital es suficiente para poder apreciar cómo la imagen de éste comparte el espacio de los murales urbanos con la del principal prócer nacional, el libertador Toussaint Louverture, quien en 1804 llevó a su país a la independencia y a la abolición de la esclavitud.


Wyclef Jean es músico, compositor y productor muy prolífico. Toca cinco instrumentos, ha sido nominado para los Globos de Oro, y es portador de al menos cuatro Grammys. Recientemente su composición “Hips Don’t Lie”, se llevó el premio de mejor canción en los Grammys latinos y ha roto récords de ventas alcanzados sólo por Michael Jackson y Elvis Presley. A pesar de la creencia popular de que Wyclef meramente acompaña a Shakira en su interpretación, fue él quien originalmente escribió la canción para el guión musical de la película “Havana Nights”.

Nelust Wyclef Jean nació un 17 de octubre de 1972 en Croix-des-Bouquets, Haití. A los nueve años él y su familia emigran hacia los Estados Unidos en busca de una mejor vida con la esperanza de escapar de la pobreza y de la terrible situación política que existía en su país para la década de los setenta. Durante sus años de escuela superior en Nueva Jersey, Wyclef estudia la guitarra y el género del jazz y comienza a desarrollar el gran talento musical que actualmente lo distingue. Unos años más tarde estudia música clásica a nivel universitario.

En 1987 Wyclef forma la agrupación The Fugees, con su primo, Pracazrel Michel y su amiga Lauren Hill. Los Fugees se convierten en un fenómeno del hip hop y del rap gracias al lenguaje vibrante y urbano que definió su estilo y movilizó a toda una generación. Luego de casi una década de éxito, Jean decide independizarse y propulsar su carrera como solista. “Creo que mis inclinaciones artísticas comenzaron en mi juventud, cuando dirigía el coro de la iglesia donde mi padre era pastor”, comenta con aire de reflexión.

No es casualidad que Wyclef hable metafóricamente. El artista usa alegorías, como si leyera pasajes bíblicos, para expresarse. Lenguaje que se manifiesta en la lírica de sus canciones. Habla enfática pero pausadamente, como si bien hubiese heredado la cualidad de expresarse como todo un pastor. En privado, Wyclef es muy callado, un ser muy distinto al músico desinhibido y vivaracho que toca la guitarra eléctrica con los dientes y mueve sus caderas sensualmente en escena. Pero actualmente su mayor gesta es la de ayudar a su país. A través de Yéle Haití, una organización que éste fundó hace tres años, Wyclef ha logrado agrupar un sin número de organizaciones no gubernamentales en Haití con la misión de echar a su país adelante. “Yéle es un movimiento más que una mera organización”, explica con precisión, “es un llamado a la acción, a la participación activa por el mejoramiento social y económico de Haití”. Yéle, en “creole” significa gritar, levantar la voz. Término que este joven ha hecho famoso en la lírica de sus canciones.

“Yelé es para los niños, para la juventud, para que no pierdan las esperanzas”, añade dulcemente.

El movimiento actualmente patrocina económicamente alrededor de diecinueve iniciativas. En el ámbito de la educación, Yéle financia los estudios de 7,000 muchachos de escuela primaria y superior en Haití. Anualmente beca a diez estudiantes universitarios en los campos de la medicina, ingeniería y derecho. Más música de Wyclef Jean “Con solo $60 un niño puede ir a la escuela por un año. ¡Imagínate! ¡Lo que cuesta un par de zapatos en los Estados Unidos!” exclama con incredulidad. “También patrocinamos un programa de fútbol en los barrios más pobres y peligrosos de la capital, Cite Soleil y Bel Air, donde semanalmente alrededor de 900 jóvenes practican el deporte”. Yéle fomenta el empleo a través del establecimiento de microempresas. “Hemos creado una asociación mediante la cual se adiestran mujeres para que aprendan a cocinar sanitariamente y puedan vender comida en sus comunidades a precios razonables”. La organización también fomenta la limpieza en las calles de Puerto Príncipe, donde la basura se acumula desmedidamente a causa de un recogido limitado; fomenta la preservación y conservación de los recursos naturales; ofrece adiestramiento a maestros para que eduquen de manera apropiada y pedagógica sin el uso de violencia; y patrocina un sinnúmero de actividades culturales. En diciembre, Jean fue el anfitrión del Yéle Fest, evento que se llevó a cabo conjuntamente con el Festival de Cine de Jacmel, donde se proyectaron películas dobladas al “creole”, y que culminó con un concierto gratuito al cual asistieron 50,000 personas.

Recientemente Wyclef Jean intercambió su usual atuendo de rapero por un elegante traje de vestir para deponer ante el Subcomité de Asuntos Extranjeros en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos. “¡Si llego a ir en mahones mi madre me mata!” comenta y sonríe.

Durante su ponencia, el músico confesó que el Capitolio era tan intimidante como el Carnegie Hall y se dirigió musicalmente a los miembros de la cámara al “rapear” unas estadísticas sobre el absentismo escolar y la pobreza en Haití. Elocuentemente abogó por una mayor ayuda económica para su país. “Quiero hacer por Haití lo que Bob Marley hizo por Jamaica, quiero que Haití vuelva a ser la ‘Perla del Caribe’...”. El músico desea restablecer la industria turística que una vez sustentó a su país económicamente.

Jean está seguro que otras naciones deben apoyar los esfuerzos de su país natal. Aspira a que los gobiernos del Caribe, especialmente la República Dominicana y Puerto Rico, establezcan lazos más cercanos con Haití. “Puerto Rico nos podría ayudar en todo lo que respecta al restablecimiento del sistema judicial y con el adiestramiento de aquellos haitianos que quieran estudiar turismo”, añadió.

El artista explica como la diáspora haitiana ha dejado un vacío muy marcado en el ámbito intelectual y profesional del país. “La mayoría de los profesionales haitianos educados se han ido y jamás han vuelto. Es necesario que estas personas contribuyan con el desarrollo del país”. Actualmente los haitianos exiliados tienen que renunciar a su ciudadanía haitiana para convertirse en ciudadanos americanos. Muchos de ellos eligen la ciudadanía americana la cual les permite libertad profesional en los Estados Unidos. Wyclef mantiene su ciudadanía haitiana. En 2006 ejerció su derecho al voto en las elecciones presidenciales que llevaron a René Preval al poder. “Soy un ciudadano haitiano. Resido en los Estados Unidos, pero mi corazón y mi compromiso están en mi tierra”, afirma con dignidad.



Wyclef dice que sus padres le inculcaron un sentido muy profundo de espiritualidad. Como buen hijo de pastor, reflexiona: “Vivir para uno es vivir una vida de egoísmo, vivir para los demás, es vivir eternamente”. Seguramente, Clef, como afectivamente le llaman sus compatriotas, vivirá eternamente en la cultura popular gracias a las melodías que lo han hecho famoso.

Durante una visita a la cárcel de Fort Dimanche en Haití, donde Yéle auspicia el programa de rehabilitación de los niños soldados, un joven de 11 años con el nombre artístico de “Drácula”, nos describió como él y tres otros compañeros fundaron una banda de “hip hop” que se ha hecho muy popular entre los jóvenes encarcelados. Al preguntarle quien era su influencia musical el joven nos dijo sin titubear, “Clef, él es nuestra influencia, nuestra inspiración. Es un buen músico y un buen haitiano. Quizás algún día podamos llegar a ser como él”.

El músico dice que su labor social nació de un llamado de la conciencia. “Un día me desperté y caí en cuenta que con sólo hacer una llamada telefónica podía conseguir lo que fuera. Y pensé en los niños en Haití que una vez vi dormir al lado de jabalíes en el suelo”, confiesa conmovido. “Ese día decidí que yo no podía dormir si no usaba mi notoriedad para algo”.

Un joven vendedor en las calles de Petion Ville, quien guarda una foto casi iconográfica del artista en un traje blanco arropado por la bandera haitiana confiesa: “Me enorgullece ver a Clef con nuestra bandera, gracias a él, el mundo sabe quienes somos...”

Wyclef Jean ha calado hondo en la psiquis colectiva de sus compatriotas. Su compromiso urgente con su país y su indiscutible capacidad de movilizar a su gente, ya sea al compás de su guitarra o de su llamado social, definitivamente justifican que la imagen de éste comparta la iconografía urbana con los demás líderes de su nación.

Tomado del periódico Nuevo Día de Puerto Rico.

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