PUBLICADO EN LA SECCION FIRMAS DE CLAVE DIGITAL EL DIA martes, 27 de marzo de 2007
PÉTION-VILLE, Haití.- He examinado con detenimiento el informe presentado recientemente por Amnistía Internacional. Por enésima vez, esta publicación pone a la luz del día, la oscuridad de los maltratos, abusos y arbitrariedades a los cuales son sometidos los inmigrantes haitianos y los dominicanos de ascendencia haitiana en territorio dominicano.
Allí, hechos fielmente relatados y abundantemente documentadas, nos revelan realidades alarmantes, espantosas, repudiables, atroces e irracionales que alcanzan a llenarnos de angustia y pesimismo.
Pero más irracionales aun, han sido ciertas declaraciones de algunas personalidades dominicanas, quienes han efectuado múltiples intentos, por supuesto inútiles, para refutar los testimonios recolectados durante la investigación realizada por la prestigiosa organización pro derechos humanos, mundialmente reconocida.
Por razón de espacio, no podremos considerar todas las declaraciones emitidas al respecto, pero hay por lo menos una de estas que no podemos pasar por alto.
"República Dominicana es el único país que recibe a los haitianos, porque nadie más en el mundo los quiere, por lo cual es una actitud hipócrita de Amnistía Internacional, que debería de condenar a las grandes potencias que han abandonado a ese pueblo".
El anterior párrafo no es nuestro. Es más bien, una afirmación del Honorable Licenciado Carlos Amarante Baret, el Director general de Migración en República Dominicana.
Esto es grave. Esto es gravisísimo.
Es grave porque no lo dice un ciudadano común y poco informado, no lo dice el vendedor de frutas del barrio, no lo dice el limpia botas de la esquina, no lo dice una enfermera, un ebanista, un médico, un ingeniero, o un comerciante...
Es gravisísimo porque lo dice alguien, quien supuestamente, es un experto en tema de migración o que si no lo es, debe ser por lo menos, una persona que se ha ido familiarizando poco a poco con esta materia durante el tiempo que ha ido ocupando este puesto de dirección al frente de este importante organismo del Estado.
¡Es una lástima!
El Licenciado Baret sabe perfectamente que no existe ninguna diferencia, ninguna desigualdad entre el proceso y los requisitos que deben cumplir un haitiano y un dominicano para viajar o residir en los Estados Unidos, en Canadá o en cualquier país del continente europeo. Visados y tarjetas de residencia permanente son otorgados por las naciones del Norte con las mismas disposiciones y reglas tanto en Haití como en República Dominicana.
Se estima que hay cuatro millones de inmigrantes y descendientes de haitianos alrededor del mundo. Según el más reciente informe presentado por el Banco Mundial, estos últimos, envían desde el extranjero hacia su tierra haitiana de origen, aproximadamente, la impresionante cantidad de mil seis ciento millones de dólares americanos anualmente, siendo estas remesas, la mayor fuente de ingresos del país, de lejos, mucho más que la totalidad de la ayuda internacional que recibe Haití.
La vecina República Dominicana conoce una situación muy similar. Decir entonces que “...nadie más en el mundo los quiere...” (hablando de los haitianos), es como decir a los ciudadanos dominicanos y dominicanas por igual, que nadie más en el mundo los quiere.
¡Afirmación falsa, ridícula, denigrante e insultante!
Además, en muchos países extranjeros, la diáspora haitiana se ha destacado con honor y mérito. Sus logros, sus triunfos, sus éxitos han sido difundidos a través el mundo. Y ciertamente que el Director de Migración de la hermana República Dominicana no lo ignora.
El Licenciado Baret, necesariamente es un hombre informado e indudablemente, ha oído hablar de Michaelle Jean, joven inmigrante haitiana, quien es hoy Gobernadora General de Canadá.
El Licenciado Baret seguramente conoce la trayectoria de Deval Patrick, hijo de inmigrantes haitianos, convertido hoy en el Gobernador del Estado de Massachussets, el primer Gobernador negro del Estado y el segundo de la Unión después de Douglas Wilder de Virginia.
El Director de Migración sin duda alguna conoce la vida de Jean Baptiste Pointe du Sable quien nació en la pequeña ciudad de Saint Marc en Haití, fundador de la gigantesca ciudad norteamericana de Chicago, Illinois.
El Licenciado, desde luego, sabe que la Doctora haitiana Yvette Bonny, pediatra y hematóloga es una leyenda en vida en Montreal, (Canadá) por haber sido la primera especialista en efectuar un injerto de tuétano óseo en este país, cuando en aquel tiempo, la medicina era aun totalmente dominado por hombres.
El Licenciado, -de esto estoy seguro-, ha oído de Emile St-Lot, de Joe Gaetens, de Michelle Montas, de Wycleff Jean, de Jean Metellus, de Ralph Gilles, de Hervé Blanchard, de Anthony Phelps, de Luke Mervil, de Garcelle Beauvais, de Gabriel Casseus, de Yvon Mouscardy, del Doctor Rony Francois ... ect....ect... ect..., todos y todas, inmigrantes o descendientes de haitianos, destacados y destacadas en el extranjero en ramas diversas.
El Licenciado Carlos Amarante Baret sabe pertinentemente que tanto en los círculos profesionales, como intelectuales y artísticos, la productiva diáspora haitiana es constantemente elogiada, grandemente respetada y admirada.
¿Por qué entonces hace el Director de Migración estas falsas, difamadoras, xenofóbicas y racistas declaraciones? El solo tendrá la respuesta.
Sin embargo, hay que reconocer que desde otra perspectiva, el Director de Migración tiene toda la razón.
En efecto, si bien la Republica Dominicana no es el país donde residen mas inmigrantes haitianos en total (en los Estados Unidos, viven dos millones de haitianos y de descendientes de haitianos), es probablemente en la vecina nación que se han radicado más haitianos que no cuentan con un estatus migratorio legal.
Y una de las razones que explica esta situación, -a parte de la proximidad de los dos territorios obviamente- es que la frontera dominicana es la única en el mundo por la cual, los indocumentados haitianos puedan ingresar a un país extranjero pagando a militares y/o agentes de migración, solo algunos cientos de pesos de peaje comprando así su silencio cómplice.
Es decir, los haitianos y haitianas ingresan en territorio dominicano, traídos por traficantes haitianos y dominicanos o por buscones a sueldo de empresarios deshonestos, quienes sobornan unos agentes de inmigración quienes a su vez, son, ni más ni menos, los empleados de la institución que precisamente dirige con mucho orgullo el Licenciado Baret Amarante.
¿De que entonces se queja el honorable Director si el organismo que el mismo dirige no esta cumpliendo eficazmente con su función? ¿De que se lamenta el distinguido Licenciado si el mismo es uno de los que ocupan los más altos rangos en una de las estructuras estatales encargadas de regularizar, de contener, de mitigar el fluyo de inmigrantes y que no lo hace? ¿De que puede extrañarse el Sr. Baret si él mismo no esta cumpliendo con su misión a cabalidad?
¡Que hacen falta recursos! ¡Que escasean los fondos! Estas quizás podrían ser algunas posibles justificaciones del Director. Esto lo entendemos. Esto es comprensible. Pero si es así, si él sabe que a pesar de su buena voluntad, nada puede hacer en contra de esta ola migratoria haitiana, si él sabe que lo único que esta a su alcance es observar estáticamente la corrupción y el activo tráfico de seres humanos que a diario se despliega frente a sus narices, entonces que renuncie y que deje el cargo a otro que sí, se sienta con la capacidad y la habilidad de aportar su cuota de solución al problema.
Fuese esa una actitud más leal, que la de estar cobrando un salario tomado de los impuestos pagados por la ciudadanía dominicana sin que él logre producir una labor eficiente a cambio. Fuese esa una postura más digna que la de difamar a todo un pueblo hermano. Fuese esa una actitud más loable que la de estar usando a haitianos y haitianas como chivos expiatorios. En fin, fuese más noble que el Director de Migración reconozca simplemente que la política migratoria hacia Haití ( si es que existe una), es totalmente incoherente, irrefutablemente fallida y absolutamente inhumana.
Señores, Señoras, no podemos tapar el sol con una mano. Seamos objetivos. Sobre todo, seamos sinceros con nosotros mismos:
Excesivas mentiras, monstruosas fábulas, irrazonables media verdades han atropellado, han destruido y siguen atropellando y destruyendo el alma, el corazón, la dignidad y la vida de los inmigrantes haitianos y de sus descendientes en territorio dominicano.
Mil veces, cien mil veces, un millón de veces, se ha machacado por ejemplo que la migración haitiana deprime los salarios en el vecino país. Bien, aceptémoslo como un hecho real.
Pero, tengamos también la valentía de agregar que los haitianos y haitianas hacen en República Dominicana, los más duros trabajos que ya no quieren hacer los dominicanos y dominicanas.
Tengamos también el valor de reconocer que los haitianos y las haitianas, en algunos sectores, los eligen en los puestos, antes que a dominicanos y dominicanas porque se desempeñan mejor en algunas áreas precisas.
En el sector turístico por ejemplo, la presencia haitiana se debe principalmente a que el empleado haitiano habla francés, créole, inglés y español. Esta ventaja comparativa es tomada en cuenta por los empleadores.
Así mismo, la comunidad dominicana residente en Haití, se ha ganado un espacio privilegiado en el negocio de los salones de belleza porque generalmente, las estilistas dominicanas superan a las haitianas. Podemos decir lo mismo en el sector de la mecánica automotriz, o de las telecomunicaciones donde los técnicos dominicanos en Haití son muy respetados por sus vastos conocimientos y por la excelente labor que desempeñan.
Señores, Señoras, no es expulsando al Padre Ruquoy y al Padre Hartley, no es robando una foto de Sonia Pierre en un parque, no es difamando al pueblo haitiano, no es intentando oscurecer la aureola de la historia haitiana, no es divulgando estereotipos y prejuicios racistas antihaitanos, lo que enaltecerá a la hermana República Dominicana.
Mientras persistan los atropellos, los abusos, el odio, la discordia, el racismo, la xenofobia, la explotación y la neoesclavitud, las enormes riquezas creadas con el sudor y la sangre de nuestros respectivos pueblos solo irán a parar en mano de políticos, militares, jueces, funcionarios públicos, profesionales, empresarios...inmorales y corruptos.
Un mejor futuro para los dominicanos(as) y haitianos(as) de las capas sociales desfavorecidas en ambos países, un mejor futuro por los haitianos(as) y dominicanos(as) honestos y trabajadores, un mejor futuro para políticos, militares, jueces, funcionarios públicos, profesionales, empresarios... íntegros y progresistas de ambas naciones reside únicamente en el establecimiento de unas relaciones binacionales productivas, armoniosas, duraderas, solidarias y fraternales sobre nuestra compartida y hermosa isla de Quisqueya.
Allí, no es cuestión de “haitianofobia” o de “haitianofilia”, no se trata de “antidominicanismo” o de “prodominicanismo”, es simplemente que la concordia entre las dos naciones de la isla es la única alternativa viable.
Y si es verdad que hay haitianos que no quieren saber de dominicanos, si es verdad que hay dominicanos que no quieren a los haitianos, tendrán ellos, tendrán estos grupitos que tragar y digerir este “hueso de pescado”, aunque les sangre la garganta, porque la prosperidad, el bienestar, la felicidad de la mayoría de los habitantes de esta isla son primero. Son antes de todo. Son antes de lo que sea.
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