14 de junio de 2007

U-17: consternación, vergüenza y alivio

Frantz Duval narra su consternación cuando se enterró de la terrible noticia de los jóvenes de la selección U-17:

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Hacía mucho tiempo que Haití no había beneficiado de una exposición tan prestigiosa en las noticias, tanto locales como internacionales. Desde la victoria de la selección nacional en la Copa Digicel del Caribe y la calificación de los menos de 17 años para la Copa del Mundo, es misión cumplida.

Habríamos podido gastar millones de dólares en cabildeo, en relaciones públicas y en publicidad, el resultado no habría sido más probatorio. Irradiamos con nuestras propias fuerzas sobre el “planeta fútbol” y no sólo la imagen del país gana, sino que, mejor que todo, nuestro moral está en sus mejores momentos.

En economía, es difícil evaluar tales parámetros, pero todos los expertos son unánimes: un pueblo feliz y orgulloso da mejores resultados en todo si esta bien dirigido. El fútbol nos vuelve feliz, excepto cuando malas noticias vienen a trastornarnos... como fue el caso este miércoles.

Son las 9:35, aeropuerto de Miami, puerta de embarque A 12. El vuelo 1291 está atrasado, acaban de anunciarlo. Cada uno busca una esquina o una ocupación para hacer pasar el tiempo. Bien lejos, me instalo para terminar la lectura de "L'Affaire Hersilie Boyer", el último libro de Guerdy Lissade. Lejos del parloteo de los que se compadecen de una evidencia que no pueden cambiar. Los retrasos aeroportuarios solo tienen un remedio: la paciencia. El avión irá cuando va, eso yo lo sé desde siempre.

De repente, escucho una conversación que no me concierne: una dama perdida en su revista “Cosmopolitan” aprende por una que llegaba sin aliento: " jwè yo sove !" (los jugadores huyeron) ". Oírlas hablar créole me deja perplejo. Oírlas hablar de fútbol, aún más. Observo de nuevo. Una cierra su revista y la otra, de buen apetito, prosigue la elegante masacre de su bocadillo. El pan fresco, un poco de proscuitto y el fino tramo de mozzarella, reanuda sus explicaciones: "El equipo nacional se fugó. Los jugadores decidieron ir con sus padres "

Mi desasosiego es grande. Me quedo en “choc”. ¡Que hayan perdido la Gold Cup es una amarga decepción, pero de manchar la derrota de ignominia, qué triste agonía! No termino de maldecir a los jugadores de la selección nacional que la muchacha vuelve a su explicación a su amiga igualmente aterrada como yo: "Se pa gwo yo no, Ti piti ki pral Kore yo." Mwen wont pou yo!". (“No son los de las selección mayor, se trata de los pequeños que van para Corea. ¡Que vergüenza!”). Me morí de estupor. No estaban hablando conmigo, pero no puedo impedirme beber las malas noticias con avidez. Desbaratado. Roto. Tetanizado.

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¡Oh no! ¡Eso no! ¡No el U-17! No puedo permanecer sentado. Me ahogo de indignación. Busco en la sala alguien con quien compartir la noticia. Busco desesperadamente alguien que pueda contradecir todo. Esta muchacha no puede saber lo que nadie sabe.

Pépé Dumont que saludé algunos minutos antes bromeó conmigo sobre el regreso precipitado de los periodistas haitianos después del derrumbamiento de la selección nacional en lal Gold Cup. No me sopló palabra de tal asunto. Sony Perpignant y Gary Nicolas que son de la Federación Haitiana de Fútbol y del Ministerio de Deportes allí están, conversando, tranquilos y serenos. Nadie en la sala grita de indignacion. No hay ningún rumor en el aire. ¿Dónde será que esta muchacha fue a buscar esta tan mala noticia?

Unos minutos más tarde, me decido llamar al periódico “Le Nouvelliste” para tener la conciencia tranquila. Max Chauvet, el director del Nouvelliste se asombra tanto como yo; no esta al tanto del acontecimiento y me promete ir al departamento de las noticias.

Embarque, finalmente. Vuelo sin historia, mejor. Tan pronto llegamos al aeropuerto Toussaint Louverture, llega la terrible confirmación: ...12, 13,.14 jugadores de la selección U- 17, esfumados en la naturaleza. ¡En los Estados Unidos, cuando sucede algo así, es que desertaron! El golpe es terrible. Nuestro orgullo está en luto. Todo el mundo habla de esta catástrofe. La vergüenza nos sumerge. La más bonita vitrina de la cual dispone el país se desploma en dos días. Lunes, la selección mayor queda eliminada del Gold Cup, y el día siguiente, la selección U- 17, calificada para la Copa del Mundo, se desintegra.

Imposible de evaluar financieramente un golpe tan duro, pero sin ninguna duda eso cuesta más que el dinero de la preparación del equipo, más que el millón de dólares inyectado por Digicel en el fútbol, más que los gastos de cada padre o cada fanático.

Cuando al final de la tarde, se anuncia que más de la mitad de los desaparecidos han regresado, todo el país hace un “ouf” de alivio. Terminado el tiempo de la consternación y la vergüenza, pensamos ahora en cómo proteger estos activos tan preciosos que son hoy nuestras selecciones nacionales de fútbol.

Frantz Duval

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