6 de febrero de 2007

Nuevas visiones, nuevas actitudes…mejores relaciones

PUBLICADO EN LA SECCION FIRMAS DE CLAVE DIGITAL EL DIA martes, 06 de febrero de 2007

DESDE HAITI
Steven Gehy



Nuevas visiones, nuevas actitudes…mejores relaciones



PÉTION-VILLE, Haití.- Hoy en día, Haití constituye el segundo socio comercial de la República Dominicana después de los Estados Unidos de América. Asimismo, las inversiones haitianas en el hermano país se han incrementado significativamente hasta llegar al nivel de unos quinientos millones de dólares. Se estima también que entre ochocientos mil y un millón de haitianos y haitianas viven y laboran en territorio dominicano.

Estas realidades económicas y sociales confirman la influencia creciente que recíprocamente ejerce cada país de la isla sobre el otro, y nos conducen a la única conclusión razonable: es imperativo fomentar una cultura de armonía, de debates productivos y desprejuiciados si realmente anhelamos un mejor futuro para las dos poblaciones de Quisqueya.

Muchas veces me he preguntado: ¿Cómo puede ser aún posible que ni siquiera un simple intercambio virtual entre un dominicano y un haitiano no alcance a reflejar, un mínimo nivel de respeto mutuo? El debate, en vez de elevarse al nivel de una comunicación beneficiosa, degenera en un ciego choque de recelos, de animosidades y de rivalidades fútiles.

En múltiples ocasiones, se desperdician los avances que usualmente producen un intercambio de ideas para entonces dejar el campo libre a una sórdida guerra de prejuicios en la cual, de cada lado, se intenta demostrar vanamente que el contrincante es un ser inferior. Esas oportunidades enseguida, dejan de ser “encuentros de personas” para reducirse a unos “encuentros y choques de estereotipos” deshumanizados y deshumanizantes.

Lamentablemente, a este triste estado primitivo, nos ha reducido el culto a la ofensa. Hasta este oscuro callejón sin salida, nos ha arrastrado la devoción al desprecio.

Me atrevo a pensar entonces que para mejorar definitivamente ese clima en las relaciones binacionales, antes de gastar cuantiosos recursos, se requiere simple y sencillamente de un cambio de actitud, de una evolución de visión.

Para abordar exitosamente los temas de la migración, del comercio fronterizo, del tráfico de seres humanos, hace falta sustituir ese culto a la especulación y a las conclusiones fáciles que diariamente leemos y escuchamos en nuestro alrededor por el culto a la investigación y al saber.

Hace falta alejarse de esa mentalidad perezosa e inmóvil que se limita a “tirar piedras a los mangos bajitos” que son los inmigrantes desfavorecidos y sus descendientes para dedicarse preferiblemente a la elaboración de propuestas laboriosas y creativas.

Las actitudes pesimistas y derrotistas evidencian nuestra ineptitud para diseñar proyectos y soluciones, y sólo consiguen reforzar la exclusión, perpetuar la pobreza, reciclar eternamente la apatía y llevar las relaciones domínico-haitianas al fracaso seguro.

Hemos visto por ejemplo como algunos, fácilmente, recurren una y otra vez al discurso “fatalista” de que la presencia haitiana empeora la situación de las masas desfavorecidas dominicanas.

Sin embargo, estas afirmaciones – que en realidad son media verdades- nunca se acompañan de propuestas de solución, que no sean las usuales aberraciones que predican la irrealizable construcción de un muro fronterizo, las deportaciones masivas, logísticamente imposibles y económicamente inaccesibles, o hasta la barbarie sin nombre de la reedición del “Corte” de 1937.

La ecuación de la presencia haitiana en territorio dominicano no es un secreto para nadie:

Por una parte, la prolongada crisis económica y social en Haití ha producido cientos de miles de candidatos potenciales a la expatriación económica y en República Dominicana por otra parte, la ansia de los jugosos dividendos que produce una fuerza laboral infatigable y desprotegida, han abierto sin control, las puertas de la inmigración indocumentada.

De esto, hay que tomar acta, por lo que de ningún modo, bajo ningún pretexto, ni los inmigrantes haitianos, ni sus descendientes ahora dominicanos, deben pagar las consecuencias de la irresponsabilidad de políticos, empresarios, militares y de dirigentes de ambos Estados en general.

El propósito de las próximas entregas, será precisamente, el de proponer posibles alternativas a estos discursos huecos, inaplicables, irresponsables, “nacionalistas”, fanáticos, que a fin de cuenta, no nos llevarán a ningún lado.

A plantear pues…alternativas. Documentar, ampliar sobre las existentes, recrearlas, animarlas…

Hasta la próxima semana entonces.


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