En la noche del 22 al 23 de Mayo, una figura muy querida en todo Haití fue vilmente asesinada por una banda de malhechores. Se trata del comediante, hombre de teatro, publicista, actor haitiano: François Latour ( que vemos en la foto).
El cineasta haitiano Raoul Peck le dedicó el siguiente texto. La versión original fue escrita en francés pero intenté una traducción en español aunque me fue un poco difícil reproducir la fuerza y la emoción del texto original:
El cineasta haitiano Raoul Peck le dedicó el siguiente texto. La versión original fue escrita en francés pero intenté una traducción en español aunque me fue un poco difícil reproducir la fuerza y la emoción del texto original:
Los cobardes.
Los cobardes una vez mas han actuado. Una vez más ejecutaron a un poeta. Después de Jacques, ahora, François. Después del crimen político, la vulgaridad de un rescate. Una bala en el vientre se nos informó. Acto cobarde. Acto tonto. Acto vano. La muerte contra dinero.
François no tuvo frío a los ojos. Lo sé. François los observó derecho en los ojos. Es seguro. Ya que François odiaba la cobardía. Odiaba los abusos, la traición, y más que todo, la idiotez. Le dispararon en el vientre, nos informaron. François, es seguro, no les dejó la elección de dispararle en la espalda. Este derrumbamiento macabro, que sigue. Estas ratas en fuga, pero eso no basta siempre indudablemente.
Es demasiado tarde para François y para mucho otros. Tantos irresponsables han gobernado este país. Cargan en su conciencia muda, la muerte de François y de todos los otros, conocidos y desconocidos, ricos o pobres, haitianos o extranjeros, sacrificados como bestias. Herencia política mortal. Siniestro cosecha sin final.
Los cobardes de nuevo actuaron. Mataron a François. Con él desaparece toda una generación de artistas y haitianos íntegros y valientes. Perdemos a un hombre intachable. Un hombre integro, que había conseguido sobrevivir, corroído, torturado con los sentimientos a flor de piel.
Un protagonista inigualable, así raramente utilizado, demasiado grande para nuestro país que no supo como beneficiar de él. Un hombre, a menudo decepcionado y herido, huyendo de la afición, de la mediocridad, y más que todo la mezquindad.
Un gran hombre, recto, sincero, entero, modesto, divertido, generoso. Un hombre solitario también, sin lugar para los como él. He aquí el círculo cerrado.
Los cobardes lo acabaron. Puesto que no servía a nada en su plan de destrucción encarnizado y ciego. Justo para un pedazo de rescate. Cien mil dólares (100.000 $US) para la vida de un amigo querido. Cifra ridícula para la vida de un ser único y precioso. Pero cifra obscena sobre todo, para unos cerebros enfermos y baratos de los descreídos asesinos, que han abatido al poeta.
¡Pero poeta, no dejaremos tu muerte sin justicia! Igual haremos por todos los otros crímenes. Un día sabremos los nombres de tus asesinos. Los cobardes nunca ganan en la larga historia de los pueblos.
Hasta pronto pues poeta. Te saludamos. Te seguimos. Poeta, te queremos. Honor a ti Poeta. Y respeto. Es para la vida. La muerte no cambiará nada.
Raoul Peck.